Reímos. Nos divertimos. Jugamos. Miramos obras de teatro, circenses. Cantamos. Cocinamos. En pocas palabras, celebramos la VIDA. La edad que pensamos apropiada para esta actividad es la edad escolar, de 6 a 12 años. Se puede hacerlo para otras edades pero de ser así, hay que ajustar las dinámicas. No importa cuántos niños haya en tu congregación. Hay un abanico de posibilidades de actividades para hacer con grupos pequeños o grupos numerosos. Presupuestos holgados o más ajustados. Lo importante es poner manos a la obra. Se puede alquilar inflables, hacer juegos tipo kermesse, usar juegos de mesa o digitales, hacer malabares. Se pueden preparar coreos, hacer obras de teatro, taller de cocina, dibujo. Las posibilidades son infinitas. El ingrediente fundamental y central de esta fiesta es la presentación del mensaje de salvación. La oportunidad evangelística que ofrece un entorno de diversión sana, camaradería y amistad es difícil de conseguir en otras situaciones.
Nuestros niños están permanentemente expuestos a influencias culturales, sociales y espirituales nocivas para su integridad y su crecimiento sano. Demos como Iglesia de la ciudad una alternativa concreta para protegerlos, formarlos y mostrarles que ellos pueden ser bendecidos y canales de bendición para trasformar la sociedad. “Octubrillante” es mucho más que una fiesta para que nuestros niños no celebren la muerte. ¡Es la fiesta de la vida! Es una alternativa evangelística y contracultural en la que ellos son los protagonistas principales. Octubrillante surge como una iniciativa concreta de rechazo a la celebración de Halloween. Siendo también un llamado concreto a la Iglesia a que enseñe a nuestros niños a vivir una espiritualidad natural, no reñida con la alegría, la diversión y la excelencia. Para decir no, y ofrecer otra alternativa primero tenemos que conocer qué cosas estamos rechazando.